Han pasado tres días de hospitalización tras el parto y toca volver a casa. Han sido días muy intensos, de emociones muy bonitas y parece que aún seguimos viviendo en una nube de alegría y emoción. Puedo decir con total seguridad que es lo mejor que nos ha pasado en la vida. Algo totalmente inexplicable que sólo comprendes cuando eres padre y nace tu primer hijo.
No se puede describir con palabras, es cómo que toda tu vida cobra sentido de repente, experimentas un cambio de mentalidad por completo y comienzas a ver cosas básicas del día a día de otro color.
Como ya os comentó Mamá Capotinas en su artículo de la semana pasada sobre el Parto en el HUCA – Oviedo todo ha salido bien. Yo diría que más que bien. Sinceramente no me lo imaginaba así, pensaba en las típicas películas americanas, donde me veía a mi mismo vestido con ropa de quirófano verde que parece de papel cebolla, cámara en mano, gritando, de los nervios y sufriendo mareos. Tranquilo, todo es mucho más sencillo y normal. Esto no es una peli.
Una vez que pasaron todos los miedos al hospital, a la propia intervención, la inquietud por el estado de salud de Mamá Capotinas y el pequeño Capotinas, subimos a la habitación. Los tres. ¿Qué anecdótico verdad? Hace unas horas éramos dos y ahora somos uno más en la familia. Como decía aquel anuncio de Acquarius “el ser humano es extraordinario”
Empiezas a bajar de la nube…
Cuando llegas a la habitación del hospital y descubres que acabas de ser padre. Comienzas a sudar en frío, a notar la responsabilidad, la presión en la espalda y a pensar en todo lo que se te viene encima. ¿Aquella moto que querías comprarte? Vete olvidándote. ¿Las tardes de partido y después unas cervecitas? Mejor para más adelante. ¿Los euros de sobra a final de mes para unas vacaciones chachis? Se han esfumado. En resumen, todo el tiempo y dinero que tenías de sobra hasta este momento han pasado a mejor vida. Esto no es malo, es un cambio sin más, para algo mejor, mucho mejor. Lo mejor de la vida, en mi opinión. Aunque estoy contigo en que de primeras asusta, y mucho.
No sabes cómo vas a responder, ni cómo vas a reaccionar. Ni siquiera sabes atenderte a ti mismo ¿cómo voy a atender a algo tan pequeño y frágil? Aunque los bebés parezcan frágiles realmente no lo son tanto, es mas el miedo y respeto que tenemos los padres que lo que realmente es.

La primera noche en el hospital
Aún estábamos muy cansados los tres. Realmente dormimos muy poquito ya que cada 2 – 3 horas el pequeño Capotinas se despertaba para comer y esto dependiendo de si es con biberón o pecho, permitirá repartir las horas de sueño o no. En nuestro caso, optamos por el biberón con lo que podía salir a buscarlo al puesto de enfermería cada poco tiempo. Cierto es que las instalaciones del HUCA (Hospital Universitario Central de Asturias) en Oviedo son todo un lujo y la silla que le toca al papá realmente es cómoda. Se puede dormir relativamente bien. Durante el segundo y el tercer día, si el parto ha ido bien, todo es un camino de rosas, visita de la matrona, enfermeras y enfermeros varios, pediatras, prueba del talón y ¡para casa!
El tercer día, cuando estás vistiendo al bebé es cuando empiezas a darte de cuenta de que “estáis solos” ante el peligro. Es decir, ya no hay dudas que valgan, miedos ni cuestiones varias, os vais los tres para casa y comienza la nueva vida.
Nunca pasaste una noche igual
Y por lo que me parece, nunca las pasarás igual. No volverás a dormir a pierna suelta como solías hacer, ni levantarte un domingo a las dos de la tarde tras una noche de juega. Lo siento, asúmelo. O si lo haces, será en contadas ocasiones. Vale, también ganarás multitud de cosas buenas pero vale la pena que vayas aceptando el cambio ya que muchas parejas tienen problemas en su relación al no asumir la “nueva normal” en sus vidas. Es cierto que los hijos consumen muchísimo tiempo y dinero. Y que en ocasiones, vuelves de trabajar y estáis cansadísimos pero ellos tienen ganas de juerga, o están malitos, o duermen mal…
Aún así, la primera noche es tremenda. Recuerdo como ante cualquier movimiento o ruido por mínimo que fuese, nos levantábamos como muelles de la cama, los ojos como platos y el corazón a 180 pulsaciones: ¡qué ha pasado! ¡¿Está bien?! Yo creo que no respira, ¿sí? ¿Seguro? Que susto dios…Este tipo de conversaciones se suceden durante semanas. O cuando le despiertas por acercarte demasiado a ver si respira, si está bien, si no se atraganta o tose, en fin.
Los miedos son continuos
Pero relax, es un bebé y hace ruiditos de bebé, no pasa nada. Aunque te entiendo, yo estoy igual que tú. Muerto de miedo, pero acabas acostumbrándote.
Porque tengo miedo que se haga daño o lo que es peor, se lo haga yo sin querer, por manazas. O que no esté durmiendo bien porque tiene gases o vómitos. ¿Quién sabe si está incómodo con el pañal o el body? ¡No puede decírmelo! Igual tiene la manga del body en el codo y no se la he bajado, por eso no duerme…o igual apreté demasiado el pañal o quizá le rozan esos calcetines en los piecitos ¡yo que sé! ¿Por qué todo es tan difícil? ¿Por qué no me dice lo que le pasa? ¿Nadie ha inventado una máquina aún para descifrarlo?
En fin, rarezas y locuras de padre primerizo. Intentaré sosegarme.
¿Algún consejo que me pueda ayudar? Gracias.

Papá Capotinas
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