Este tema había que tocarlo, ha pasado ya un tiempo desde que nació el pequeño Capotinas, pero creo que a muchas de vosotras os ha pasado o incluso, ¡os está pasando! Cuando acabas de dar a luz, te encuentras en un momento mágico e indescriptible. Sólo quieres que os den el alta para iros a casita y disfrutar en familia. Estás viviendo en una nube con los nervios y los sentimientos a flor de piel. Pasan los días tras el parto y sólo deseas salir del hospital, empiezas a pensar en su habitación, en la cunita, en toda la ropa de bebé que le has comprado y ¡te mueres de ganas de volver a casa! pero te esperan las visitas cuando tienes un bebé.
Pero cuando llega el día D y vuelves a la vida real, comienzas de nuevo tu rutina diaria mientras intentas adaptarte a los nuevos horarios y costumbres. Es el primer día, está relajadamente tumbada en el sofá con tu bebé, son las 11 de la mañana y ¡de repente! Suena el timbre…Quién será…piensas con la mirada torcida. Has pensado en no abrir, y lo sabes…pero finalmente te levantas, abres y ¡sorpresa! Venimos a conocer al bebé… En ese momento, aunque sea la mejor de tus amigas, te dan ganas de ponerte a llorar.
Las visitas, todas de golpe
Sólo hace un día que os han dado el alta en el hospital tras el embarazo y lo único que quieres es descansar y disfrutar con tu bebé relajadamente. Aún estás recuperándote del esfuerzo y estás la mar de cómoda en pijama y zapatillas. Ahora a vestirse, deprisa y corriendo…
En ese trayecto de minuto y medio de ascensor, te ha dado tiempo a ponerte algo presentable, arreglarte un poco, sacar unas cocacolas, galletitas, panchitos y poner café. Llegan tus amigas, que sí, que tienes muchísimas ganas de verlas, de que conozcan a tu bebé y pasar un ratito agradable ¡pero podíais haberme avisado antes! Que sólo son las 11 de la mañana…
No hay problema, poco a poco vas asumiéndolo. Y cuando por fin comienzas a disfrutar ¡piiiiiiiinnnnc! Otra vez, el timbre…ahora son los amigos del papá que vienen a traerle un regalito. No te lo puedes creer….
Sigues sacando cocacolas, cafés y has abierto pastas (los panchitos se han acabado ya). Está dando la hora de comer y el bebé ya tiene hambre. No tienes muy claro realmente cómo va todo el tema de comidas, gases, cambio de pañal etc. ¡porque nadie te lo ha enseñado! Y tienes que ponerte delante de 10 personas, en tu salón, a preparar todo eso.
¿Puedo cogerle?
Por fin, has desalojado el salón y te dispones a comer con tu marido. Son las 16:00 de la tarde y tienes un hambre atroz. Aún no habéis llegado al postre, mientras el bebé duerme, ¡y las tías del pueblo te envían un WhatsApp que están aparcando! No por favor… te quieres morir.
Ya no tienes de nada, ni pastas, ni galletas, ni tazas limpias. Les ofreces dos cervezas chuchurrías que tienes en la nevera, un zumo de naranja y colacao. Ya te da igual..que sea lo que dios quiera. Tu sólo piensas en descansar, en tumbarte un ratito relajadamente y no te dejan.
Mientras llegaban, has dejado de comer, has ido corriendo al salón y has recogido todo. ¡Cambio de turno! Y vuelta a empezar. Al final el bebé está cansado de tanto ajetreo de gente que no conoce y comienza a llorar. No sabes muy bien cómo afrontar la situación, porque sólo quieres estar tranquila. La verdad es que los primeros días pone muy nervioso cuando llora el bebé. No sabes si le pasa algo, si tiene hambre, sueño o que.
Ahí, justo en ese momento, es cuando te hacen la preguntita mágica ¿lo puedo coger? Realmente te dan ganas de decirle que no, pero por deferencia accedes… Yo sólo pensaba en que aún no sujetaba la cabeza y que debían tener muchísimo cuidado con el pequeño. Cosa que nadie piensa cuando se coge a un bebé a la ligera, hay que tener mucho mucho cuidado.
Las visitas comienzan a amontonarse, llega la tarde y llevas como 20 cocacolas, 10 cafés y has engordado dos kilos tras desayunar, comer y merendar pastas y galletitas. Estás reventada, quieres dormir.
Este es sólo el primer día y te quedarán varios de visitas con más o menos este planning, se mezclarán unas personas con otras, gente que se conoce con otra que no y en muchas ocasiones estarás pensando: Ya son las 21: 00…¿mañana no tienes que trabajar? Por no decirle…fin de la función!
Van a ser unos días muy duros, incluso los habrá que tendrás que ir a verles a la puerta de casa, aunque créeme que esta opción es la mejor, porque en ocasiones comienzas poniendo un café a las 11 y acabas el guateque haciendo cena para 10.
Mi recomendación
Intenta unificar las visitas por familiares, amigos, conocidos, compañeros del trabajo etc. Sé proactiva y llámales tú para quedar. Así podrás cuadrar la agenda cuando mejor os venga a todos. Incluso, si puedes verles fuera de tu casa, te ahorrarás mucho tiempo de ordenar, recoger, etc. Pero claro, no siempre se puede. Ya sabes que el ritmo de vida que llevamos es frenético y cuando no hay que trabajar, hay que ir al gimnasio, a clase de inglés, a la compra, etc.
Es muy complicado, pero tranquila porque nos ha pasado a todos. Estás agobiada porque quieres recuperarte relajadamente, especialmente si has tenido una cesárea. Y cuando te das cuenta, has visto a todo el mundo y el papá acaba de terminar el permiso de paternidad. Ahora empieza lo duro.
¿Y tú como has vivido las visitas de los primeros días? ¿Te agobiaban o eres de las que cuantos más mejor? Yo reconozco que me agobiaban un poquito. Aunque también hubo gente que lo conoció pasados tres meses. Tampoco pasa nada.
Un besito,
Cris Rodríguez
– Mami fundadora y creativa de la firma de ropa para bebé hecha a mano capotinas.com –

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